El cristiano que se ha encontrado con Jesús no puede menos que gritar al mundo todo lo que él ha hecho en su vida. No podemos gozar del don más precioso sin compartirlo con los otros.
El kerigma es el primer anuncio de la fe vivida en Cristo; compartimos con los demás lo que Dios ha hecho por nosotros y lo que quiere para el bien de sus creaturas.
Todo lo relacionado con el anuncio de Jesús y su obra lo llamamos evangelización. Esta tarea nace de la necesidad de compartir las maravillas que Dios hace en nuestras vidas con aquellos que no lo conocen y lo necesitan aun sin saberlo.
La mayor parte de la gente va a sus parroquias para asistir a misa, pero hay un gran número de cristianos que acuden con frecuencia para formarse ahí, porque es el centro de la vida cristiana donde se aprenden los primeros rudimentos de la fe por la catequesis.
La fe se cree, la fe se celebra, la fe se vive. Vivir la fe es dejar que el evangelio de Jesús y su Espíritu Santo guíen mi vida a cada paso y en cada momento, de tal manera que sea fiel a Dios siempre.
El cristianismo, siguiendo los criterios del judaísmo ve en todas las normas y leyes la voluntad de Dios; para nosotros no hay distinción de leyes religiosas y leyes sociales; toda la vida cristiana está regida por la Palabra de Dios.
Jesús ha querido encomendar a sus discípulos y amigos la tarea de llever su mensaje de salvación a todos los hombres y mujeres de todos los lugares y tiempos. Es una tarea que jamás termina y es algo que compete a todos.
