INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Como era (Aleluya).
HIMNOPresentemos a Dios nuestras tareas,
levantemos orantes nuestras manos,
porque hemos realizado nuestras vidas
por el trabajo.
Cuando la tarde pide ya descanso
y Dios está más cerca de nosotros,
es hora de encontrarnos en sus manos,
llenos de gozo.
En vano trabajamos la jornada,
hemos corrido en vano hora tras hora,
si la esperanza no enciende sus rayos
en nuestra sombra.
Hemos topado a Dios en el bullicio,
Dios se cansó conmigo en el trabajo;
es hora de buscar a Dios adentro,
enamorado.
La tarde es un trisagio de alabanza,
la tarde tiene fuego del Espíritu:
adoremos al Padre en nuestras obras,
adoremos al Hijo. Amén.
Salmodia
ANTÍFONA 1
Eres el más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia.
Salmo 44 I
LAS NUPCIAS DEL REY
Me brota del corazón un poema bello,
recito mis versos a un rey;
mi lengua es ágil pluma de escribano.
Eres el más bello de los hombres,
en tus labios se derrama la gracia,
el Señor te bendice eternamente.
Cíñete al flanco la espada, valiente:
es tu gala y tu orgullo;
cabalga victorioso por la verdad y la justicia,
tu diestra te enseñe a realizar proezas.
Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden,
se acobardan los enemigos del rey.
Tu trono, ¡oh Dios!, permanece para siempre,
cetro de rectitud es tu cetro real;
has amado la justicia y odiado la impiedad:
por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido
con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.
A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas.
Hijas de reyes salen a tu encuentro,
de pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir.
Se dice Gloria al Padre.
Se puede repetir la antífona
Eres el más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia.
ANTÍFONA 2
Llega el esposo, salid a recibirlo.
Salmo 44 II
Escucha, hija, mira: inclina el oí do,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza,
póstrate ante é l, que é l es tu señor.
La ciudad de Tiro viene con regalos,
los pueblos má s ricos buscan tu favor.Ya entra la princesa, bellí sima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con sé quito de ví rgenes,
la siguen sus compañeras:
las traen entre alegrí a y algazara,
van entrando en el palacio real.«A cambio de tus padres tendrá s hijos,
que nombrará s prí ncipes por toda la tierra.»Quiero hacer memorable tu nombre
por generaciones y generaciones,
y los pueblos te alabará n
por los siglos de los siglos.
Se dice Gloria al Padre.
Se puede repetir la antífona
Llega el esposo, salid a recibirlo.
ANTÍFONA 3
Dios proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, cuando llegase el momento culminante.
Cántico Ef 1, 3-10
EL PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas
tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Se dice Gloria al Padre.
Se puede repetir la antífona
Dios proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, cuando llegase el momento culminante.
LECTURA BREVE
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios.
R. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios.
V. Muerto en la carne, pero vivificado en el espíritu.
R. Para llevarnos a Dios.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Antífona
Proclame mi alma tu grandeza, Dios mío.
Cántico de la Santísima Virgen María
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Se dice Gloria al Padre.
Se puede repetir la antífona.
Proclame mi alma tu grandeza, Dios mío.
PRECES
Alabamos a Cristo, que ama a la Iglesia y le da alimento y calor, y roguémosle confiados diciendo:Se pueden añadir algunas intenciones libres.
-Atiende, Señor, los deseos de tu pueblo.
Haz, Señor, que todos los hombres se salven
-y lleguen al conocimiento de la verdad.
Guarda con tu protección al Papa N. y a nuestro obispo N.,
-ayúdalos con el poder de tu brazo.
Ten compasión de los que no encuentran trabajo
-y haz que consigan un empleo digno y estable.
Señor, sé refugio de los oprimidos
-y protégelos en todas sus necesidades.
Concluyamos nuestra oración diciendo juntos las palabras de Jesús, nuestro Maestro: Padre nuestro.
ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, que has querido asistirnos en el trabajo que nosotros, tus siervos inútiles, hemos realizado hoy, te pedimos que, al término de este día, acojas benignamente nuestro sacrificio vespertino de acción de gracias y recibas con bondad la alabanza que te dirigimos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.