Veneración e imágenes

Pbro. Ernesto María Caro

Pregunta:

Padre: Soy una persona católica y no entiendo muchas cosas de mi religión. Quisiera que me sacaran de la duda de por qué las otras religiones cristianas no veneran santos como nosotros. ¿Por qué nosotros nos arrodillamos ante estatuas que representan algún santo o alguna Virgen?

Respuesta:

Querido hermano, me da gusto que no te quedes con las dudas que frecuentemente se van generando en nuestro trato con los hermanos de otras iglesias cristianas. En principio, el argumento está equivocado, pues tú afirmas que la biblia dice: “No te arrodillarás ante nadie más que ante Dios y que no adoraremos imágenes creadas por el hombre”, cuando que en realidad la Sagrada Escritura dice: (2) “Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre. (3) No tendrás otros dioses delante de mí. (4) No te harás ídolo, ni semejanza alguna de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. (5) No los adorarás ni los servirás; porque yo, el Señor tu Dios, soy Dios celoso.” (Ex 20, 2-5). Este texto que te propongo es parte de la ley dada por Dios a Moisés y está a la base de todo lo que se refiere al culto y a la relación que Dios pide a su pueblo que mantenga con Él. Para entenderlo con claridad debemos analizar un poco esta cita.

En primero lugar notarás que todo está en relación al culto a Dios y su reconocimiento como único Señor. Es por ello que en el v.2 prohíbe estrictamente el tener otros dioses. Esta es la prohibición central, pues de ella depende toda la relación con él y da sentido al v. 5 que hace referencia no a las imágenes, sino a Dios mismo. El segundo aspecto que hay que considerar es la segunda prohibición, la cual no está en relación a las imágenes, sino a los ídolos. Es decir, lo que la Ley prohíbe es tener ídolos pues esto atenta contra el principio fundamental expresado en el v.2 sobre la centralidad y unicidad de Dios en la vida del pueblo elegido y que se expresa en el v.3: No tendrás otros dioses. Sobre este aspecto debemos siempre tener en cuenta que en aquel tiempo proliferaban las imágenes de “dioses”. Estas imágenes venían a representar a Dios. Por eso el pueblo de Israel, para evitar esta tentación de creer en un Dios de madera, o de piedra, nunca hizo imágenes de Dios. Lo anterior esencialmente obedece a una situación de tipo cultural. Estos “ídolos” podían tener todo tipo de formas y alusiones, por lo que el v. 4 aclara que estas imágenes (de los ídolos) no pueden ser tomadas absolutamente de nada.

En esto Dios era tan celoso en la formación de su pueblo, que el pecado del pueblo en el Sinaí no fue el haber cambiado de Dios sino en el haber construido una imagen de él (Cf. Ex 32, 4-5). Esto es porque la idea de aquel tiempo era que quien poseía una imagen de dios tenía poder sobre él y Dios ha proclamado su soberanía y su “no ser como los hombres”. De manera que lo que Dios prohíbe es tener ídolos, pues estos suplantan su ser. Nunca debemos olvidar lo que dice el primer mandamiento que proclama la unicidad y centralidad de Dios: “(4) Escucha, Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es uno. (5) Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. (6) Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; (7) y diligentemente las enseñarás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. (8) Y las atarás como una señal a tu mano, y serán por insignias entre tus ojos. (9) Y las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas.” (Dt 6, 4-9). Este pasaje resume claramente lo dicho: El Señor es uno, y sólo a Él se le debe amar y servir. No hay ningún otro Dios fuera de él.

El hecho de que lo prohibido es el construirse ídolos se ve claramente en el pasaje en que Dios le pide a Moisés que construya el arca de la Alianza y le da estas instrucciones: “Harán también un arca de madera de acacia; su longitud será de dos codos y medio, su anchura de un codo y medio, y su altura de un codo y medio. Harás un querubín en un extremo y el otro en el otro extremo; harás el propiciatorio con los querubines en sus dos extremos de una sola pieza. Y los querubines tendrán extendidas las alas hacia arriba, cubriendo el propiciatorio con sus alas, uno frente al otro; los rostros de los querubines estarán vueltos hacia el propiciatorio” (Ex. 25, 10.18-20). Este pasaje nos muestra que si efectivamente la prohibición fuera no hacer imágenes, Dios no le hubiera pedido a Moisés que hicieran las figuras de dos ángeles (que son dos seres celestes, que, si entendiéramos de manera equivocada el pasaje anterior, estaría prohibido labrarlas). Vemos, pues, claramente que Dios ha ordenado hacer imágenes en este caso concreto.

Ahora bien, el tema que se sigue de lo que me preguntas es el de la intercesión; te recapitulo algunas ideas que nos permitan contestar a tu pregunta.

La intercesión no es otra cosa que el auxilio o los dones que se pueden obtener de Dios gracias a la oración o la intervención de otras personas. San Pablo escribe: “Os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que os esforcéis juntamente conmigo en vuestras oraciones a Dios por mí, para que sea librado de los que son desobedientes en Judea, y que mi servicio a Jerusalén sea aceptable a los santos” (Rm 15, 30-31). En este pasaje San Pablo pide a la comunidad de Roma que ore por él, es decir que interceda ante Dios para que pueda ser librado de estos males y puede llegar a visitarlos. Pues bien, nosotros reconocemos que existe una comunión entre lo que llamamos la iglesia triunfante (los que ya están en el cielo) y la iglesia militante (los que estamos todavía en la tierra). De manera que los que estamos en la tierra pedimos a los que ya están cerca de Dios que intercedan por nosotros para obtener gracias especiales.

Al igual que San Pablo, esto no quiere decir que no pidamos nosotros directamente a Dios, sino que entre más gente pida a Dios tenemos, de alguna manera, una seguridad de que esa oración traerá para nosotros bendiciones.

Si esto lo podemos decir de todos los redimidos, cuánto más lo podremos decir de los que han llevado una relación más cercana y profunda con Dios y ni qué decir de la Madre de Jesús, que es: hija del Padre, esposa del Espíritu Santo y Madre del Hijo. Si por la intercesión de los redimidos, obtendremos gracias, cuánto más las tendremos cuando pedimos esta ayuda por medio de los grandes amigos de Dios o por su Madre Santísima.

Cuando nos ponemos delante de una escultura o de algún cuadro, reconocemos que esta figura lo único que hace es evocar, hacer presente en nuestra mente o en nuestro corazón a la persona aludida, con el fin de facilitar la comunicación y el diálogo. Si nos ponemos de rodillas, no es porque los adoremos sino porque cuando se pide algo, cuando se suplica ésta es la posición más adecuada y que expresa lo que decimos y sentimos.

Así, pues, en la iglesia no adoramos a nadie sino a Dios, pues es el Único digno de recibir la adoración, el poder, la gloria y la alabanza. Pero esto no es objeción para que en la iglesia haya imágenes que nos recuerden a los grandes campeones de la vida del evangelio (los santos), o a la Madre de nuestro Señor, o al mismo Señor en alguna de sus propiedades o momentos históricos de la salvación.

No desaproveches la oportunidad de pedir gracias especiales por medio de la intercesión de los santos, sin que esto te lleve a dejar de comunicarte directamente con Dios.

En conclusión, los hermanos de otras iglesias no tienen imágenes y no veneran a los santos porque han mal entendido las citas que te he mencionado.