Sexualidad y Sacerdocio
Pbro. Ernesto María Caro
Pregunta:
Padre, tengo 26 años y creo que ya estoy grande para entrar al seminario, sin embargo, me gustaría ser sacerdote, pero se me dificulta por las exigencias de la castidad, ¿Cuál es el sentido de la castidad? ¿Por qué da mayor santidad ser casto? Estaría dispuesto a luchar por vivir la castidad, si encontrara fundamentos fuertes. Necesito de alguien que me oriente. Muchas gracias.
Respuesta:
Querido hermano: Lo primero que quisiera decir es que nunca es tarde para tomar la decisión de consagrar la vida al Señor. Ahora bien, es importante saber que son dos cosas distintas, la castidad y el celibato.
La castidad es para todos, pues se refiere a usar de nuestra sexualidad de acuerdo al estado de vida que tenemos. Así por el ejemplo, un solero, será casto al no tener relaciones sexuales con nadie; por su parte, los casados serán castos en la medida en que tengan relaciones únicamente con su cónyuge; nosotros, los sacerdotes, como “solteros” que somos, se aplica lo que ya decía de los solteros. Dios espera que todos seamos castos, pues al margen de la castidad el uso del sexo es pecado.
Ahora bien, nosotros los sacerdotes hacemos una promesa de guardar el celibato, que es no casarse, y mantenerse solteros por el Reino de los Cielos.
Esta promesa que hacemos, la hacemos libremente como producto de un regalo de Dios que hay que pedir y que hay que conservar, como todas las gracias que Dios nos da. Si Dios nos llama al sacerdocio, siempre nos da el don del celibato, ya que en la iglesia latina el don del sacerdocio y el del celibato vienen juntos. Y la verdad que Jesús sabía bien lo que nos pedía, pues el celibato nos capacita para poder ser totalmente libres para él y para la construcción del Reino.
El sacerdote por ello, no tiene otra responsabilidad que el reino y la proclamación del evangelio; no tenemos horario, ni casa, ni familia, ni nada; todo tiene referencia a Jesucristo y al reino. Esto nos hace ser totalmente libres y disponibles para los hermanos, para el ejercicio de la caridad y para la misión.
Qué vida tan triste le daríamos a una familia, no estando nunca en la casa, llegando siempre tarde porque estás en una junta con los laicos, porque te requieren en los hospitales, o cambiando de residencia y viviendo a veces en los lugares más pobres de la ciudad en donde es necesario que se establezca el amor y el evangelio; cómo sería un matrimonio en el que no le dieras tiempo a tu esposa ni a tus hijos, sería una incongruencia con el evangelio que predicas.
Jesús dijo: “Hay eunucos (que no tiene relaciones o también puede interpretarse como “no se casan”), porque nacieron incapacitados, otros porque los hombres los mutilaron, pero hay otros que se hacen eunucos a sí mismos por el reino de los cielos” (Mt 19, 12). Para nosotros los sacerdotes, lo único importante, lo que da sentido a nuestra vida no es una familia, sino el Reino y todo lo que esto implica.
Cuando el sacerdote vive castamente su celibato, cuando “busca el reino y su justicia”, realmente todo lo demás se le da por añadidura.
El ciento por uno en casas, amigos, familia, etc. No le falta nada. Dios llena nuestra vida con todo lo que necesitamos para ser plenamente felices.
No tengas miedo. La vida sacerdotal es maravillosa y el celibato no es difícil vivirlo cuando se ora, y se entrega realmente la vida a la construcción del reino de los cielos. Ojalá y esto te anime y explique un poco el sentido del celibato.