Templos del Espíritu
Pbro. Ernesto María Caro
Una de las experiencias más fuertes que el hombre puede llegar a tener en su vida es el descubrirse habitado por Dios, el darse cuenta de que Dios vive dentro de él como en un templo.
Cuando el hombre se da cuenta de esta “auto comunicación de Dios al hombre”, su vida se transforma esencialmente. Por un lado, nuestro cuerpo adquiere el valor que Dios le ha dado, por ello la embriaguez, el tabaquismo, las trasnochadas frecuentes no tienen cabida. Por otro lado, reconocer que el cuerpo de mis hermanos (hermanas) es templo del mismo Dios que me habita, me lleva no sólo a respetarlos, sino a cuidar de ellos con la misma intensidad que cuido mi cuerpo y mi persona. Finalmente, me lleva a darme cuenta de cuánto amor me tiene Dios, que no sólo ha querido dejarme su Palabra, su Eucaristía, sino que incluso ha querido vivir en esta humilde casa. Por eso San Pablo decía: "somos como vasos de barro que contienen un tesoro incalculable" (cf. 2Cor 4,7). ¡Haz oración!, y descubrirás esta presencia amorosa en tu cuerpo, y en tu corazón.