Comunidades cristianas
Pbro. Ernesto María Caro
Hoy en día nos damos cuenta de que nuestras “comunidades cristianas” están lejos de tener la felicidad, paz y alegría que Dios da a sus hijos. Muchos “cristianos”, han llegado a creer que ser cristiano es ser bautizado o cumplir con una serie de ritos (bautismo, primera comunión, matrimonio, etc.). Han olvidado que, aunque esto nos une a Dios y nos hace ser verdaderos hijos suyos, pertenecer a una familia implica mantener una relación cálida, íntima y personal con todos los miembros de dicha familia, principalmente con el Padre.
Por esta razón, vemos dentro de nuestras comunidades una gran falta de amor. En ellas, muchos dirigentes (políticos, industriales, sindicales e incluso algunos religiosos), lejos de ver por los intereses de sus hermanos en Cristo Jesús, ven por su bienestar egoísta sin importar la suerte que corren los demás. Vemos cómo los hermanos no se respetan entre sí, cada cual busca tener más (dinero, prestigio, poder, satisfacción, comodidad, etc.), a costa de su hermano. Es difícil encontrar justicia, caridad, amor y paz dentro de nuestras “comunidades cristianas”. Hemos, pues, olvidado que somos una familia. La familia de Dios de la cual entramos a formar parte el día de nuestro bautismo. Muchos han minusvalorado la vida nueva, la vida en abundancia, plena de paz, alegría y gozo que Cristo nos ofrece al vivir en él y para él; hemos ignorado también su amor, haciéndonos nuevamente esclavos del pecado, perdiendo con ello nuestra libertad y nuestra capacidad de amar.