Ayuno: 10 tips para empezar hoy

Pbro. Ernesto María Caro

El ayuno cristiano no es sólo una práctica dietética, sino que también es una práctica espiritual con muchos beneficios para nuestra vida de fe, así como un gran fundamento bíblico.

¿Para qué sirve el ayuno?

El ayuno en la Biblia se presenta de diferentes formas, algunos cristianos ayunaron un día, otros tres, y otros hasta tres semanas o 40 días. Independientemente de la duración, el poder del ayuno y la oración es innegable.

1. El ayuno nos ayuda a superar la crisis

En el Antiguo Testamento encontramos una historia fascinante de Esther, quien sufría al saber que Amán, el Primer Ministro de la región, tenía como propósito la destrucción de la raza Judía que habitaba en Babilonia. Al mismo tiempo, Amán tenía planeado llevar a la horca al tío de Esther, un judío llamado Mardoqueo.

Esther le comentó a su tío Mardoqueo: «Ve y reúne a todos los judíos que se hallen en Susa, y ayunen por mí, y no coman ni beban en tres días, noche y día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente...». (Ester 4, 16). Como resultado del ayuno de tres días, no sólo la vida de Mardoqueo fue salvada, sino la de todo el pueblo. Los enemigos de la región fueron destruidos (Ester 7, 10).

2. El ayuno favorece el encuentro divino

La segunda vez que vemos esta práctica en la Biblia es con el ayuno de Daniel, un ayuno parcial de veintiún días en preparación para el encuentro con Dios. El profeta Daniel escribe: «En aquellos días yo, Daniel, estuve afligido por espacio de tres semanas. No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas» (Daniel 10, 2-3).

Con ello, el profeta se preparó para recibir la visita del ángel que traía un mensaje de Dios para el pueblo: «He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días» (Daniel 10, 14).

Un claro beneficio del ayuno espiritual es la eliminación de la cortina que nos impide tener un encuentro más íntimo e iluminador con Dios.

3. El ayuno nos lleva a la introspección; a descubrir nuestro pecado

En el Antiguo Testamento, Dios le pidió al Pueblo que apartaran un día al año —el Día de Expiación— para auto-examinarse en su estado espiritual, para no engañarse y descubrir que solo Él es Señor y, ante esto, doblegarse y pedir perdón de los pecados (Levítico 23, 27).

Cuando ayunamos, la luz del Espíritu viene a nuestro corazón y descubrimos nuestra miseria; la debilidad que el ayuno produce nos hace reconocer nuestra miseria, nuestra fragilidad, la necesidad de Dios. Esto nos lleva a pedir su ayuda y su fuerza, a convertirnos en dependientes de su amor y poder. Jesús ya nos lo dijo: «sin mí nada pueden hacer» (Juan 15, 5).

4. El ayuno nos ayuda a vencer las tentaciones y el pecado

Los ayunos bíblicos fueron establecidos por el Señor para que participáramos con Él en el combate espiritual, mejorando nuestra resistencia al pecado y teniendo un mayor dominio de nuestras pasiones. 

Además, el ayuno nos sirve para ver con claridad las trampas del demonio, esas que buscan nuestro rechazo a la voluntad de Dios. El ejemplo más claro lo tenemos en el primer Adán, el cual, engañado por el demonio, no obedeció la orden de «ayunar». Recordemos que Dios le había pedido que se abstuviera de comer del «árbol de la ciencia del bien y del mal» (Génesis 2, 16-17). Le ganaron sus pasiones, pues «viendo que era bueno y gustoso para comer, tomó del fruto del árbol» (Génesis 3, 6). 

El segundo Adán, Jesucristo, después de ayunar 40 días, tenía poder en su vida y luz en el alma y el demonio no pudo tentarlo, no lo convenció. Las pasiones de Cristo estaban ancladas en la voluntad de su Padre del cielo y, por ello, nada de lo que le ofreció el demonio fue capaz de seducirlo (Mateo 4, 1-11).

Por este motivo instruía Jesús a sus apóstoles diciéndoles «velen y oren para que no caigan en la tentación» (Mateo 26, 41). Un cristiano que no tiene ayuno en su vida no podrá jamás terminar victorioso. Siempre estará bajo el yugo de su carne y de sus pasiones.

5. El ayuno nos da poder contra el maligno

Cuando ayunamos, la fuerza liberadora de Jesús actúa en nosotros y podemos desterrar de nosotros y de nuestros hermanos la acechanza del demonio, sea en la tentación o en la perturbación. 

El Evangelio nos cuenta cómo los discípulos no pudieron echar fuera a un demonio, porque «esta clase de demonio sólo sale a base de ayuno y oración» (Mateo 17, 21). El ayuno para Dios fortalece nuestra autoridad espiritual para que no solo tengamos dominio sobre nosotros mismos, sino contra toda potencia o dominación que esté buscando perturbarnos o a nuestros hermanos.

Jesús dijo en el Evangelio que sus seguidores también ayunaríamos. ¡Es hora de retomar este ejercicio espiritual tan necesario y benéfico para nuestra vida cristiana!


PLAN DE AYUNO: ¿Cómo ayunar correctamente?

Tengamos en cuenta algunas recomendaciones para que nuestro ayuno sea más fructífero…

1. Mantén tu ayuno lo más privado posible

Así nos lo pide el Señor para que nuestro Padre que ve lo secreto, te recompense (cfr. Mateo 6, 16-18).

2. Mantente en oración

Procura confesarte a la brevedad posible. Antes de hacerlo, pide a Dios que te muestre todas las faltas que no ves, para que no haya estorbo en las peticiones y resistir la tentación de comer. Este es ya uno de los primeros frutos del ayuno (Mateo 17, 21; 26, 41).

Entre otros instrumentos para hacer ayuno y oración, están los Salmos. Algunas sugerencias de Salmos para el ayuno son: Sal 15; Sal 22; Sal 28; Sal 38; Sal 51; Sal 103; Sal 127; Sal 139.

3. Alimenta tu espíritu leyendo la Biblia.

Recuerda que «no solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que viene de Dios» (Mateo 4, 4). En este aspecto, puedes seleccionar algunos pasajes que estén relacionados con lo que tú quieres obtener para tu vida.

4. Procura empezar con cosas pequeñas.

Deja primero los vicios (cigarro, alcohol, etc.), sigue con los postres o refrescos. Después, evita la carne (pollo, pescado, res y cerdo) y más tarde podrás dejar de lado inclusive las verduras. En la medida en que avances, tendrás más fuerza para sustituir comidas completas por solo pan y agua.

5. Camina hacia lo profundo.

Después de este primer ejercicio de ayuno, puedes intentar uno en el cual sólo comas frutas y verduras, como el ayuno del profeta Daniel (Daniel 1, 8-15; 10, 3). En este, las comidas serán sólo de verduras y ensalada (puedes usar vinagre y aceite o limón y sal como aderezos). En este ayuno es conveniente que a media tarde y media mañana comas unas tres o cuatro almendras o nueces.

6. Sé perfecto.

Una vez superado este ayuno, ya podrás ayunar a pan y agua. Este estilo de ayuno, como su nombre lo dice, consiste en solo comer pan y beber agua durante todo el día. Sin embargo, si tienes una jornada intensa de trabajo, es recomendable que mezcles el agua con un poco de miel (una cucharadita por litro de agua) al menos tres veces al día. Además, a media mañana y a media tarde puedes comer el pan con una cucharada de miel, esto te recobrará las fuerzas.

7. Escoge el momento.

Dentro de tus posibilidades, procura hacerlo en días que no tengas muchos compromisos y en lugares donde no haya muchas distracciones, sobre todo si vas a hacer un ayuno más severo (Mateo 6, 6).

8. Establece la duración.

¿Cuánto debe durar el ayuno? Depende de: tus compromisos, la práctica que ya tengas en este ejercicio y lo que Dios te dirija. En este aspecto, solo recuerda que: Dios está más interesado en la actitud de tu corazón que en la duración del ayuno. Dios no va a contestar tus oraciones dependiendo de la cantidad que ores, sino de qué tan sinceramente ores. Lo mismo se aplica al ayuno (Mateo 6, 7-8).

9. El aseo personal y el ejercicio.

Recuerda que es una práctica espiritual y que por ello sólo tú debes saber que lo estás haciendo. Si vas a hacer un ayuno más prolongado, no dejes el ejercicio, aunque sea poco para mantener la vitalidad en tu cuerpo. Cuando haces un ayuno para Dios, gran parte de la energía para la vida llega misteriosamente por la obra del Espíritu Santo, por lo que no te faltarán fuerzas. Sin embargo, la oración debe ser nuestro principal ejercicio y nuestro alimento fundamental para no desfallecer.

10. El ayuno es algo que todos podemos hacer

Si tienes muchos compromisos diarios, estas recomendaciones pueden ser abrumadoras, pero ¡que esto no te desanime de ayunar! Aun en medio de una vida ajetreada, es posible ayunar correctamente para Dios.


Si hay tantos beneficios, ¿por qué los cristianos no ayunamos..?

Existen algunas ideas y factores que han hecho que nuestros cristianos no ayunen. Te propongo algunas de ellas para que las superes si alguna de ellas llega a afectar tu vida.

1. La falta de conocimiento, práctica e interés sobre este tema. En general, la gente no sabe qué es ayunar ni sabe cómo se ayuna (Oseas 4, 6).

2. La oposición del demonio para que no se hable de él ni se practique. El enemigo sabe que un cristiano que ora y ayuna no tienen participación en sus acciones tentadoras, y menos en las perturbadoras (Mateo 17, 21).

3. El placer y el trabajo en que están ocupados los cristianos. No hay tiempo. Hay una gran promoción por parte del mundo actual de la comodidad y el hedonismo (2 Timoteo 3, 4).

4. La falta de resultados en el pasado. Muchos no obtuvieron lo que deseaban al practicar el ayuno y la oración en el pasado. Pensando que no es tan efectiva, la abandonaron, cuando lo más seguro es que haya algo en sus vidas que necesita ser tratado (Santiago 4, 2).

5. Las adicciones que han invadido a la comunidad. Hay muchas sustancias aceptadas socialmente que producen de una ligera a moderada dependencia. Este tipo de sustancias a veces se les clasifica como drogas blandas. Los cristianos que no pueden dejar de fumar, tomar calmantes, tomar bebidas con alcohol, necesitan ayunar para romper estas cadenas. Sin embargo, las personas acostumbradas a dichas sustancias suelen sufrir malestares físicos durante el ayuno y por eso lo evitan. Recordemos que Jesús nos dijo que era necesario tomar nuestra cruz (Mateo 16, 24)

6. El temor a no comer. A veces puede simplemente dominarnos el espíritu de la glotonería (Filipenses 3, 17-19; Lucas 21, 34; Proverbios 23, 21).

7. El ayuno desligado de CristoA través de nuevas corrientes de pensamiento, el ayuno se ha popularizado como una práctica dietética y no espiritual. La gente sigue el ayuno intermitente de Yoshinori Ohsumi, la filosofía de Valter Longo sobre el ayuno contra el cáncer, inclusive hay prácticas de ayuno lunar, pero ¿dónde queda el ayuno para el Señor?


¡Que Dios nuestro Señor te fortalezca en esta práctica! Deja de sólo ayunar en Cuaresma y pronto verás resultados sorprendentes en tu vida espiritual. El fruto será más notorio en el dominio de ti mismo, de tus tentaciones y en una comunión más plena con Dios.