Noche Buena 2014
Pbro. Ernesto María Caro
Para esta celebración necesitarás lo siguiente:
Material para la celebración:
- Unos peregrinos
- Un pesebre en el que esté el niño Jesús
- Una velita para cada uno de los participantes
- Un corazoncito hecho de papel para cada uno de los participantes
- Una flor para cada uno de los participantes
- La oración de consagración para cada participante (ésta se puede ir repitiendo después del lector)
- Copias de este documento para cada uno de los personajes (4)
Seleccionar diferentes personas para cada uno de los personajes:
- Un lector
- José
- María
- Jesús
Lector: En esta ocasión queremos celebrar la posada de una manera diferente. Recordando el suceso histórico que dio origen a la fiesta de Navidad, acompañando a los peregrinos que desde Nazaret buscan un lugar para pasar la noche, noche en la que nacerá el Salvador del mundo, el Cristo, el Mesías.
Pero al mismo tiempo, queremos hoy hacernos más conscientes de que esta Navidad nos recuerda el cumplimiento de las promesas, de manera que, así como Dios cumplió la promesa de enviarnos un Salvador, así también cumplirá lo que nos prometió: “Regresaré por ustedes y los llevaré a vivir eternamente conmigo a la casa de mi Padre” (cfr. Jn 14, 1-3)
Los invito, pues, a ponernos en la presencia de Dios:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
TODOS: Amén.
José: María, amor de mi alma, ya casi llegamos a Belén. Mira, allá hay una casita, seguro que nos permitirán pasar la noche ahí. Ya casi estás a punto de dar a luz.
María: Mi querido José, siempre preocupándote por mí. Seguro será como dices. El Señor nos guiará como lo ha hecho siempre. Yo estoy bien, el Altísimo me sostiene. Vamos, José, seguro encontraremos un corazón generoso.
Se canta:
Afuera:
En el nombre del cielo
Os pido posada
Pues no puede andar
Mi esposa amada
Adentro:
Aquí no es mesón
Sigan adelante
Yo no puedo abrir
No sea algún tunante
Jesús: ¿Cuántas veces he tocado a tu corazón y me has respondido que no puedes abrir? ¿Por qué no me abres, no ves que quiero llevarte conmigo al cielo? No eres tú el que me tiene que dar algo, soy yo el que tengo para ti gracia y bendición. Recuerda que yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, y que nadie va al Padre si no es por mí.
Mira tu mundo cómo está. Esto es porque me han cerrado la puerta; porque piensan que soy un estorbo en sus casas y en sus vidas.
Yo no soy el mercenario; soy el Pastor, el Bueno, el que se entregó por ti para que con mi muerte y resurrección tuvieras vida y la tuvieras en abundancia. No vengo a molestarte sino a darte la plenitud. Vengo a ti esta noche para pedirte que me dejes entrar, tengo para ti un cúmulo de regalos, especialmente mi amor y mi paz.
Ábreme, permíteme que te muestre la dulzura y la alegría que produce mi presencia en ti.
Si estás dispuesto a dejar que Jesús entre en tu vida y en tu corazón, repite la siguiente oración:
“Jesús, hijo de Dios te abro la puerta de mi vida y de mi corazón”.
Un momento de meditación.
José: Amada mía, no nos han querido recibir. Pero no te apures, seguro encontraremos pronto un lugar en donde pasar la noche. ¿Sabes? me preocupa la frialdad de esta gente que cierra su corazón a la caridad. ¿Qué te parece si hacemos una oración por ellos?
María: Me parece una hermosa idea, es necesario que nuestros hermanos recuerden que todos nosotros, delante de Dios, somos forasteros y peregrinos y el Sabbaot siempre nos ha tratado como a hijos, abriendo las puertas de su corazón a todos, colmando de bendiciones nuestra vida. Pero, mira, ahí hay otra casa, vamos, José, quizás en ella sí nos reciban.
Se canta:
Afuera:
Venimos rendidos
Desde Nazaret
Yo soy carpintero
De nombre José
Adentro:
No me importa el nombre
Déjenme dormir
Pues ya os he dicho
Que no hemos de abrir
Jesús: Amado mío, soy Jesús. ¿No me reconoces? Soy el Mesías, el Hijo de Dios Altísimo. El que te creó por amor, el que por amor entregó su vida por ti.
Ante mi nombre todos los seres del cielo y de debajo de la tierra se estremecen y palidecen ante mi gloria y tú, ¿no me reconoces?
Abre las puertas de tu vida, pues soy yo el Amado, el esperado de las naciones. Por ti dejé mi cielo, me despojé de la gloria que tenía junto a mi amado Padre y me hice semejante a ti para mostrarte mi amor y llevarte de la mano hasta la casa de mi Padre.
Sin embargo, veo que hoy la gente no me reconoce. Así me pasó la primera vez que vine. Fueron tantos los que me ignoraron a pesar de ver que sanaba a la gente, que los liberaba y que los alimentaba; sin embargo, ni aún así pudieron darse cuenta de que era Yo.
Ya escuché que estás dormido, levántate; pues mientras duermes, el enemigo del alma se apodera de tu mundo, de tu casa, de tu familia y de ti. ¡Despierta! Mantente en vela, pues hoy vengo a tu corazón pero un día vendré con toda mi gloria y, si no estás vigilante, pudieras no tener parte en la casa de mi Padre. No permitas que la oscuridad de este mundo se extienda en tu vida y tu familia… levántate y enciende la luz de la gracia en tu corazón. Así podrás darte cuenta de que Soy Yo: Jesús de Nazaret, tu Salvador.
Si estás dispuesto a levantarte y encender la luz de la gracia, enciende tu vela.
Un momento de meditación.
José: Mi Reina, mi amada María, no llores. Ya encontraremos un lugar para quedarnos. Mi corazón se despedaza con cada lágrima que sale de tus ojos.
María: No lloro porque no nos dieron posada, sino porque veo en sus ojos la indiferencia ante la necesidad. Los veo más preocupados por las cosas de este mundo que por las que realmente valen la pena. Ni siquiera se interesaron en nosotros, pues tenían otras ocupaciones en su casa. Todo es más importante hoy, menos la caridad. Me vienen las palabras de Moisés invitándonos a no olvidar que fuimos forasteros en Egipto; pero ni modo, hemos olvidado la ley del Señor.
José: No te entristezcas, María, ahí adelante hay otra casa, seguro nos abrirán sus puertas para que descanses.
Se canta:
Afuera:
Posada te pide
Amado casero
Por sólo una noche
La Reina del cielo.
Adentro:
Pues si es una Reina
Quien lo solicita
¿Cómo es que de noche anda tan solita?
Jesús: No sólo he venido para mostrarte el amor de mi Padre, sino el de mi Madre, he dejado el cielo para estar contigo y mostrarte el camino que te lleve a tener un encuentro amoroso conmigo, pero también a ella le has cerrado el corazón.
María: Hijo mío, mira que estoy yo aquí que soy tu madre y la Reina del cielo. Desde que mi Hijo Jesucristo me dejó como madre tuya al pie de la cruz, no he hecho otra cosa que cuidarte y mostrarte el camino maravilloso del Evangelio.
Si supieras las maravillas que Dios tiene preparadas para nosotros, los que le amamos, correríamos a su encuentro.
Quiero, por eso, una vez más invitarte a abrir tu corazón a Jesús. Para ello, tómame como ejemplo, pues el Señor ha hecho maravillas en mí, basta que tomes en serio su Palabra y que, a pesar de que no la entiendas bien, le hagas caso. Recuerda que es Padre y que quiere lo mejor para nosotros; en ella nos expresa siempre su amor. Sé humilde y renuncia a todo lo que pueda apartarte de él. Y, finalmente, busca tener momentos de silencio e intimidad con él, pues es ahí donde él se derrama en nuestros corazones.
Date la oportunidad esta Navidad de preparar tu corazón, para vivir el encuentro final y definitivo con él en la navidad eterna.
Si estás dispuesto a aceptar los consejo de María, ofrécele una flor.
Un momento de meditación.
José: ¿Sabes, María?, si la gente supiera que quien está en tu vientre es el Hijo de Dios, que es Dios mismo, el Creador, el liberador esperado. Si supieran que Dios ha enviado a su propio Hijo para ser Dios-con-nosotros y liberarnos de todo lo que hoy oprime a nuestra nación, no sólo abrirían sus casas para que te quedaras ahí sino que te darían el lugar que te mereces como Madre del Salvador.
María: Así es, José, pero por ahora sus ojos están velados a esta realidad. Pidamos mientras seguimos caminando para que la gracia de Dios se derrame en sus corazones y puedan ver las maravillas de Dios. Mira, ahí hay otra casita. Veamos si nos dan posada.
Se canta:
Afuera:
Mi esposa es María
Es Reina del cielo
Y madre va a ser
Del Divino Verbo.
Adentro:
¿Eres tú José,
Tu esposa es María?
¡Entren peregrinos,
No los conocía!
Jesús: Desde que te creé había esperado escuchar de tu parte estas palabras: “Entra en mi corazón y toma posesión de él”. Vengo con mi cargamento de gracias y de amor para ti.
He venido para liberarte de todo lo que te agobia. Por ello le decía a la gente que me seguía: “¿Están cansados o agobiados?, vengan que yo les haré descansar”. Ya sé todo lo que te quita la paz; conozco hasta tus pensamientos más profundos; desde antes de que nacieras ya estabas en mi mente, por eso he venido y he esperado toda una eternidad para brindarte mi amor y hacerte saber que no tienes nada por qué temer.
Sé que te preocupa la seguridad de tu familia, la inestabilidad económica en la que hoy vive el mundo, pero no hay nada imposible para mí. Basta con que hagas lo que ya les invitaba a hacer mi Padre amado en el libro de las Crónicas (2 Cro 7, 14-15):
Si mi pueblo, el pueblo que lleva mi nombre se humilla, ora y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra. Mantendré abiertos mis ojos, y atentos mis oídos a las oraciones que se eleven en este lugar.
No temas más, sólo deja que a partir de ahora yo obre en tu vida. Mantén tus puertas abiertas a mi gracia, y verás que todo lo que hoy te preocupa desaparecerá de tu horizonte. Lo digo yo, Jesús, tu Salvador y Redentor.
Si estás dispuesto a abrir las puertas de tu corazón, repite esta oración:
“Jesús, Hijo de Dios, te abro las puertas de mi corazón y de mi vida. Reconozco que te he ofendido y me arrepiento de ello. Te pido me perdones y me des tu gracia para no volverlo a hacer. Toma el control de mi vida, pues te acepto como mi Señor y Salvador. Así lo creo, así lo deseo, que así sea. Amén.”
Un momento de meditación.
José: Bendito sea Dios que finalmente hemos encontrado una familia que abrió sus puertas para que pasemos esta noche. Tengo la impresión, María, que esta será una noche muy especial para nosotros y para nuestro pueblo, y no sé por qué, tengo la sensación de que incluso será una noche que cambiará el destino de todo el mundo.
María: Así es, José, Dios tiene grandes planes para la humanidad, y estoy segura que bendecirá grandemente a esta familia por su generosidad y su amor. ¿Por qué no oramos por ellos para que Dios los llene de amor y bendiciones y con ellos bendiga a nuestro amado pueblo Israel para que sea fuente de bendición para toda la humanidad?
Se canta:
Afuera:
Dios pague, señores
Vuestra caridad
Y os colme el cielo
De felicidad.
Adentro:
Dichosa la casa
Que alberga este día
A la Virgen pura
La hermosa María.
Jesús: Padre Eterno, te bendigo y te alabo porque has querido revelar todas estas cosas maravillosas a los pequeños y a los humildes, a los de corazón puro.
Te bendigo por esta familia aquí reunida en oración que ha abierto su corazón a nuestro amor.
Te pido que sean uno, como nosotros somos uno. Que tu amor se derrame en cada uno de sus corazones. Te pido que los colmes con toda clase de bendiciones espirituales, materiales y celestiales.
Defiéndelos de todo peligro, de toda tentación, de toda insidia del enemigo malo, de todo lo que pueda quitarles la paz. Hazles conocer en lo más profundo de su corazón que les amas y que tienes un lugar preparado para ellos en el cielo.
Sí, Padre, llena de gracias a estos hijos tuyos en esta bendita noche en que se han reunido para esperarme, para recordar la Nochebuena en que nací del seno purísimo de María, para darte gracias por tu bondad que va más allá de lo que los hombre pueden pensar.
Padre amoroso, te pido por ellos y por toda la humanidad, para que abran su corazón y estén listos para cuando tú, en tu sabiduría infinita, tengas destinado que este proyecto termine y lleves al cielo a todos los hombres que tú creaste, a todos los hombres que, fieles a tu alianza de amor, te buscaron con amor sincero.
TODOS: Amén.
Un momento de meditación.
Lector: Sí, hermanos, hace 2000 años, el Padre envió a su Hijo a nuestro mundo para salvarnos del pecado y de la muerte, y con ello acabar con toda la angustia y temor que se produce en nuestros corazones por el pecado y la maldad.
Hoy lo celebramos con alegría en esta reunión, y nos disponemos a cenar con él como lo hizo con sus amigos en la Última Cena. En esa última cena, él abrió su corazón como lo ha hecho hoy.
ORACIÓN:
“Jesús, hoy te invitamos a nuestra cena. Toma tu lugar en ella pues en ésta, tu fiesta de cumpleaños, tú eres el invitado especial. Preside nuestra reunión y derrama tu amor entre nosotros. Te ofrecemos nuestro corazón y nuestra vida.
Feliz cumpleaños, Señor y Dios nuestro. Como regalo, acepta nuestro corazón.
Esperamos que, al vernos reunidos en tu nombre compartiendo el amor esta noche como familia, te sientas muy contento de ver que lo que tú nos enseñaste lo estamos viviendo hoy.
Bendice nuestros alimentos y ayúdanos a saber compartir con los más necesitados todas las gracias que tú nos has dado.
Todo te lo pedimos a ti, que eres Dios y que vives y reinas, con el Padre y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.
Todos: Amén.
Se canta:
Entren, santos peregrinos, peregrinos
Reciban este rincón
Que, aunque es pobre la morada, la morada
Se las doy de corazón.
Lector: Y ahora nos damos todos el abrazo de amor que Jesús nos ha comunicado esta noche:
¡FELIZ NAVIDAD!